En Galicia es conocido por todos que hay un montón de
leyendas en todos los sitios de la tierra. Un montón de leyendas que nos hace
mirar para todos los lados cuando por la noche pasamos por un cruce de caminos,
o tirar una moneda a una fuente para que nos dé suerte.
Algunas veces la leyenda tiene tanta realidad que ya
no se sabe si es leyenda o si es realidad, me gustaría saberlo pero para esto
te tienes que arriesgar, y el miedo le puede al valor muchas veces. Las meigas
y los trasnos o mismo las maldiciones que pueden llegar a caer sobre uno mismo
te hacen echarte para atrás.
Muchas de estas leyendas también hacen referencia a la
religión pero no vamos a centrarnos en ese tipo de leyendas si no en las
leyendas de la Santa Compaña, que en Galicia a mi parecer son las más comunes y
por lo tanto de las que más podemos encontrar.
En Galicia a parte de la Santa Compaña, es su nombre
más común, también se la conoce con distintos nombres como Estadea, Estantiga,
Rolda, As da noite, Pantalla, Avisóns, Pantaruxada. Todos ellos son nombres que
nos indican la presencia de un grupo de muertos en el mundo de los vivos.
En la Galicia tradicional la vida no se acaba con la
muerte, pero no sólo en el sentido de que el alma sigue existiendo después de
desaparecer el cuerpo, sino que con un
rango más elevado que cuando estaban vivos. La presencia de los desaparecidos
es algo que se respira en el ambiente y que se vive en las historias veladas de
invierno alrededor de la lumbre.
La Santa Compaña es una procesión de muertos
encabezada por un vivo que lleva el ataúd con agua bendita y una cruz. Este no
podrá mirar para atrás ni renunciar a otra persona que lo sustituya. Esta procesión no siempre es
posible verla, pero se nota en el ambiente en el viento que levanta el olor a
cera de las velas, que llevan encendidas las ánimas.
La persona que vea a la Santa Compaña deberá hacer un
círculo a su alrededor o bien echarse
boca abajo. Se dice que la Santa Compaña es anunciadora de la muerte y visita a
todas aquellas casas en las que pronto habrá difunto.
A continuación os contaré una leyenda de las Tierras
de San Martiño de Tabeado en Carral en La Coruña.
Fue una vez que un padre y su hijo, que ya era un
hombre, venían de viaje y tuvieron la desgracia de seguir, sin acordarse y
siendo de noche, pasar por un camino que pasaba cerca de un adro de una
iglesia. Dándose cuenta del mal que les traía su descuido al encontrase al dar
la vuelta con la Santa Compaña, que al ser las doce de la noche sale del
cementerio para hacer su ronda nocturna.
Al padre, al caer al suelo, tumbado, quiso comprender
que la Santa Compaña pasará por riba de él, pues sintió en su cuerpo como le
pisaban los difuntos, dejándolo deshecho, hizo un esfuerzo levantando un poco
la cabeza para mirar a su hijo, más, como era de noche, no lo vio. Escuchó un
poco y no oyó nada. Sin lugar a dudas, lo llevarán la Santa Compaña para portar
a cruz, el caldero del agua bendita y
mas el ataúd. El padre, de aquella, perdió el sentido y no se despertó hasta
abrir el día.
Estaba tan cansado y sin fuerzas, le dolía el cuerpo,
quiso ponerse en pie pero las piernas le temblaban. Al cabo de un rato, mal
como pudo, casi a rastras, fue haciendo el camino a casa. El hijo aún no
llegará a ella, perdida el color y cansado, se semejaba a un difunto.
Lo único que le es fácil hacer al que va con la Santa
Compaña, si es que sabe de hecho es, que si se encuentra con otro desgraciado
en su camino, tiene que ponerle en sus manos la cruz y el caldero de agua
bendita y además el heizope, librándose así de seguir el, al dejar a otro en su
lugar, mas, desde que lo hace, es poco lo que tarda en morir, pues con su rudo
trabajo de la noche, pierde su color y se va muriendo cada día más, arrugándose
poco a poco.
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