lunes, 9 de julio de 2012

Ruta de la leyenda (4)


En la superficie de la piedra podemos descubrir unas cazoletas talladas así como las letras de una inscripción posterior. Este marco delimita la frontera entre la parroquia de Padriñán y la villa de Sanxenxo. La leyenda cuenta que esta roca se puso aquí como homenaje allí donde fue asesinado San Ginés. Se decía que en la piedra se podía intuir gravado la cara del santo, sobre todo cuando uno va subiendo por el antiguo camino que iba desde el pueblo de Sanxenxo. Hasta hace unos años, cuando había un entierro, la comitiva fúnebre siempre se paraba unos instantes delante del marco. Lo mismo hacían los músicos que recorrían la parroquia el día de la fiesta. Era su forma de reverenciar el lugar donde había sido asesinado el mártir cristiano y posiblemente,
el recuerdo de algún tipo de devoción asociada a la piedra. 

La historia del Santo, a Ginés se le ocurrió un día representar delante del emperador Diocleciano una parodia de un bautismo cristiano, del que había sido testigo, a pesar de ser una ceremonia prohibida por el emperador y estaban perseguidos los cristianos de aquella época. Cuentan que el futuro mártir desempeño el papel de enfermo en la comedia pero cuando le administraron el agua bautismal se produce un milagro su conversión al cristianismo. Terminada la fingida ceremonia, vistieron a Ginés con blancos ropajes, según la costumbre cristiana. Para continuar la mofa,  el Emperador y sus acompañantes mandaron traer una figura de Venus y le ordenaron a Ginés que la adorase si no quería ser objeto de tormento. En ese momento Ginés, que había sido tocado por la  Gracia divina, se dirigió al Emperador, para asombro de todos, y le dijo:
Oídme Emperador, y todos cuantos estáis aquí, oficiales del ejército, filósofos, senadores y pueblo, lo que voy a decir. Jamás pude ni aún oír el nombre de cristiano, antes me llenaba de horror al escucharlo, y detestaba  a mis propios parientes porque profesaban aquella religión. Procuré con vana curiosidad ver los misterios cristianos para que, en público, imitándolos, moviese al pueblo a la risa; mas al tiempo que yo pedí el Bautismo, dentro de mí mismo sentí un remordimiento de conciencia acerca de mi vida, gastada toda en maldades; tanto, que me provocó a dolerme y a tener pesar por haber sido malo. Al tiempo que quisieron echar agua sobre mi cabeza y me preguntaron si creía lo que los cristianos creen, levantando los ojos al cielo, vi una mano que bajaba sobre mí, y vi ángeles con rostros de fuego que de un libro recitaban todos los pecados de mi vida. Me dijeron que sería limpio de ellos si recibiese el agua purificadora. Así lo deseé. Luego que cayó sobre mí el agua bautismal, vi la escritura del libro borrada sin que ni quedase señal alguna de letras. Mira pues, Emperador, y todos vosotros romanos, lo que es justo que haga: pretendía agradar al Emperador de la tierra y hallé gracia con el Emperador del Cielo; procuré causar risas en los hombres y causé alegría en los ángeles. Por tanto, confieso desde hoy a Jesucristo por verdadero Dios y os exhorto a todos que hagáis lo propio para salir de las tinieblas de las que yo he salido.

El Emperador Diocleciano, encolerizado por tal desafío, mandó prender al actor converso y someterlo a tormento. Cuentan que el mártir soportó todo el calvario con gran entereza hasta que el verdugo acabó con su vida cortándole la cabeza.
Pues bien, pese a que la historia del santo nos habla de su martirio y muerte en Roma, las leyendas del lugar transportan este suceso a la geografía de Padriñán, indicando la Pedra do Santo – milenario menhir cristianizado- el lugar exacto donde fue decapitado San Ginés.

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